Por los pelos
El otro día, no recuerdo si el jueves o el viernes, leí en el ABC una curiosa noticia. Al parecer, la "clase alta" madrileña estaba algo molesta porque la sra. ministra de Igualdad había osado frecuentar una de sus peluquerías del barrio de Salamanca.
Dicha noticia debo reconocer, me ha hecho plantearme diversas cuestiones. Por una parte la idea de la igualdad. Para un gobierno socialista o socialdemócrata, el objetivo ideal sería conseguir que se igualen en lo posible las clases sociales, pero no por abajo, sino por lo alto, es decir, que todos los miembros de la sociedad puedan disponer de los mejores recursos. ¿Se les ocurre mejor representante para ello que su ministra de igualdad?. Pues eso, si la sra. ministra se puede pagar la peluquería de marras, no veo porqué no puede ir a ella, pero claro, eso hace que las señoras de la alta sociedad, acostumbradas a ejercer su poder en sus amplios dominios, vean los mismos reducidos a sus lujosas mansiones y sus generalmente malpagada servidumbre. ¡Que lástima!
La cosa me parece tan tremenda como la famosa frase de Carmen Lomana sobre la falta de cash de los pudientes venidos a menos por la crisis. Los "pobres" no estaban acostumbrados a esas penurias mientras que el resto de los mortales parece que estábamos entrenados para soportar todos los palos que la vida, la crisis o los hideputas de los ricos nos quieran dar. ¡Pues ya está bien! que vayan cambiando un poco la mentalidad, porque hace algo más de doscientos años, en Francia no se andaron por las ramas y cortaron por lo sano (las cabezas, claro está).
Tal vez la intención del periódico mencionado, no fuera otra que la de distraer la atención sobre otros temas que afectan a su partido representativo y que esos si son llamativos. Me refiero a esos casos de corrupción que implican al Partido Popular. Esos si que diferencian a unas clases de otras y no quien me corta a mi esos pelos.
El otro día, no recuerdo si el jueves o el viernes, leí en el ABC una curiosa noticia. Al parecer, la "clase alta" madrileña estaba algo molesta porque la sra. ministra de Igualdad había osado frecuentar una de sus peluquerías del barrio de Salamanca.
Dicha noticia debo reconocer, me ha hecho plantearme diversas cuestiones. Por una parte la idea de la igualdad. Para un gobierno socialista o socialdemócrata, el objetivo ideal sería conseguir que se igualen en lo posible las clases sociales, pero no por abajo, sino por lo alto, es decir, que todos los miembros de la sociedad puedan disponer de los mejores recursos. ¿Se les ocurre mejor representante para ello que su ministra de igualdad?. Pues eso, si la sra. ministra se puede pagar la peluquería de marras, no veo porqué no puede ir a ella, pero claro, eso hace que las señoras de la alta sociedad, acostumbradas a ejercer su poder en sus amplios dominios, vean los mismos reducidos a sus lujosas mansiones y sus generalmente malpagada servidumbre. ¡Que lástima!
La cosa me parece tan tremenda como la famosa frase de Carmen Lomana sobre la falta de cash de los pudientes venidos a menos por la crisis. Los "pobres" no estaban acostumbrados a esas penurias mientras que el resto de los mortales parece que estábamos entrenados para soportar todos los palos que la vida, la crisis o los hideputas de los ricos nos quieran dar. ¡Pues ya está bien! que vayan cambiando un poco la mentalidad, porque hace algo más de doscientos años, en Francia no se andaron por las ramas y cortaron por lo sano (las cabezas, claro está).
Tal vez la intención del periódico mencionado, no fuera otra que la de distraer la atención sobre otros temas que afectan a su partido representativo y que esos si son llamativos. Me refiero a esos casos de corrupción que implican al Partido Popular. Esos si que diferencian a unas clases de otras y no quien me corta a mi esos pelos.
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